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lunes, 19 de abril de 2010

Lo que la era del hielo nos dejó


Y finalmente después de varios kilómetros recorridos llegamos a ese lugar.

Habíamos salidos un día en verdad muy lluvioso y luego de 36 horas de viaje (36 horas de viaje mareada a punto de vomitar) llegamos a Calafate. Yo ya conocía, pero para mi hermana era todo nuevo, fantástico e increíble. Para mi también, aquel lugar al que uno va una vez y cuando vuelve a ir, se vuelve a sorprender como si jamás hubiese estado.

Allí conocimos un grupo de Brasileños que viajaban en Land Rover desde Brasil y que estaban sufriendo los avatares del clima. Solo uno de ellos hablaba español tan bien que cuando hablamos por primera vez creí que era Chileno :s.

Pasamos año nuevo de campamento ¡Si! Con un grupo de extraños: Ingleses, Brasileños, otros Argentinos, todos juntos en el camping festejamos, brindamos y nos matamos de risa un rato. Todos compartíamos estar muy lejos de casa, lejos de la familia. Son muy extrañas las fiestas lejos de la familia para mi al menos, ya que la mayoría de los que andaban por ahí estaban acostumbrados y habían pasado navidad en viaje.

Prometí encargarme de los mates del grupo y los Brasileños nos llevaron a ver el famoso glaciar.

Fue de una forma muy graciosa. Nosotras andábamos por ahí cerca de las Land Rover y ya habíamos hablado un rato con los Brasileños, creo que Gabi fue quien se acercó a la dama del grupo y lentamente en un español muy despacito le preguntó. Yo solo llegué a escuchar "Si tenemos lugar" y nada más, pero me dio gracia como con mímica Gabi les decía si podíamos ir atrás.

Ellos eran cuatro hombres y una chica, todos empresarios textiles.
Si bien es lindo un hotel, no se compara a la aventura de la carpa, de ponerla donde uno quiere, de salir y ver las estrellas, ni escuchar toda la noche ese relajante sonido de una arrollo cercano que corre. Es exquisito comer en un buen restaurante, pero pocos saben de la exquisités de la polenta con queso, comida con verdadero hambre animal, ni del contacto con la naturaleza, lo purificador y liberador de ese contacto.

Ellos lo sabían, lo sentían y lo aceptaban como parte de un buen viaje y por sus camionetas estoy segura que no había necesidad económica de usar una carpa.

Tan alegres y positivos eran ellos, que se inventaron una cancion bastante pegadiza que aún recuerdo: Era al ritmo de esa canción "Welcom to tijuana..."



Welcome to patagonia

Viento, carpa, insomnia




Nos invitaron a Torres del Paine, pero no pudimos acceder porque en ese entonces mi hermana era menor de edad por unos pocos meses, quedamos en encontrarnos en nuestro siguiente destino: El Chaltén.

2 comentarios:

  1. Uno de mis sueños es vivir una experiencia así, espero concretarlo :)

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  2. Obviamente que si lo querés hacer vas a concretarlos!

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